Este blog nació hace algunos años y es uno de los frutos de la amistad de Felipe y Camilo, dos amigos que, gracias a sus guitarras rojas, se encontraron para darle vida a Alessandro, un chico que tiene un poquito de Felipe y otro poquito de Camilo. Viajes, porros, música, ficción, poesía y yagé, protagonizan este espacio.



martes, 3 de mayo de 2011

Alessandro 2.0

3 de mayo 2011

(Leer antes la primera parte, Alessandro Frutifílico, que está en éste blog, en entradas más antiguas)

Alessandro 2.0

Comienza Alessandro con sus recuerdos incestuosos, tomándose una Reds y una Club Colombia Roja. Alessandro las combina y se fuma un cigarrillo, y empieza a perderse en su imaginación sin saber si se trata del pasado o del futuro.

Y recuerda cuando su mamá lo cuchareaba, el sólo abría la boca y dejaba que su mamá introdujera todo lo que ella quisiera en él. En ese momento él se quitó las gafas y volvió a generar la luz naranja por toda la habitación.

Siguió imaginando y pensó: -“jueputa, yo deseaba a mi mamá tanto… qué rico me chupaba los dedos cuando era bebé, nunca antes alguien lo había hecho así”-. Entonces, él se empezó a tocar todo su cuerpo, a meter sus manos suavemente y a imaginar y recrear lo que sucedía cada vez que la comida resbalaba de la cuchara a su pecho y su mamá se la quitaba con la lengua.

Tomó otro sorbo de cerveza mientras su imaginación le hacía explotar la sensación. Y mientras escuchaba Corazón Partio de Alejandro Sanz, recordaba cuando su mamá la cantaba a todo pulmón mientras preparaba algo delicioso de cenar, y entraba él a la cocina y la tomaba por la cintura, la abrazaba fuertemente y cantaba con ella, y, sin ninguna mala intención restregaba su pene en el cuerpo de ella.

Entonces ella se excitaba un poco y sonreía, porque entendía que estaba empezando un momento de amor con su hijo y creía necesario darle continuidad de una manera natural. Entonces se desabrochaba la blusa y cogía las manos de Alessandro y las llevaba a sus senos.

Alessandro era demasiado ingenuo para saber las perversas intenciones de su madre, pero lo hizo porque le fascinaba ver a su madre sonreír. Tomó otro sorbo de cerveza y sintió escalofrío porque sentía que no debía pensar eso, pero disfrutaba pensándolo, se había dado cuenta que su madre lo deseaba de la misma manera que él a ella. En ese momento, armó un porro porque quería transportarse en el tiempo y sentir las caricias de su madre como cuando ella lo bañaba.

Pero ésta vez las quería sentir más íntimas, más propias de ellos dos, quería sentir un momento de total compenetración, un momento sublime sin memoria… que simplemente existiera para disfrutarse sin mayor pensamiento alguno.

Cuando se dio el primer plon fue muy rápido el efecto y logró escuchar los gritos de su madre cuando lo llamaba histérica; y mientras más crecía Alessandro, más lo erotizaba ver a su madre de mal genio.

Ya su erección no podía con sus calzoncillos, entonces quería llegar más lejos. Cogió toda la ropa de mujer que tenía, que la gran mayoría era herencia de su madre, y empezó a vestirse como ella, usando el mismo brasier que antes él le había desabotonado.

Una vez vestido de mamá Alessandro, empezó a besarse él mismo, no se aguantó y se fue a la cocina a preparar un delicioso plato de coliflor que era su favorito y empezó a comer y a regar su comida por su pecho, por sus mejillas y se limpiaba con la misma sutileza y picardía con la que lo hacía su madre.

Entonces se llevó otro plon a la boca mientras esparcía otro poco de marihuana sobre la comida, gustoso de preparar un plato exquisito que lo llevara a esos momentos que quería vivir. Abrió el coliflor con sus manos fuertemente y le pegó un mordisco que lo metió en un trance inmediatamente, cayó al piso mirando el techo y siguió imaginando y disfrutando del cuerpo de su madre mientras inconscientemente se masturbaba.

Ese pajazo fue eterno, además porque sentía sus manos tan suaves y delicadas como las de su madre. Cuando ya estaba en el clímax decidió detenerse y poner una canción de Vicente Fernández para terminar su pajazo con la música que escuchaba que ponían sus padres para tener sexo, y de esa manera que Alessandro no se diera cuenta.

Entonces, la Mandarina pilló a Alessandro mirando el techo con la mano dentro de su pantalón y dijo: -éste es el momento-. Rodó hasta la entrepierna de Alessandro y le quitó el pantalón y empezó a deshacerse y a mojarlo todo mientras él seguía moviendo su mano pensando en su mamá.

La Mandarina estaba ansiosa pero aún no se sentía la protagonista del placer de Alessandro, la vez anterior era el jugo de naranja, hoy era su madre. Así que se puso a llorar mientras que Alessandro, con la mano que no tenía en su verga tomaba un pedazo de ella y se lo llevaba a su boca, la lamía con la lengua y luego mordía un poco con los dientes para dejar escapar su jugo.

La Mandarina sintió un poco de consuelo y dijo: -tarde o temprano serás mío Alessandro, sólo mío, buajajaja-.

To be Continued.

PipeArt

CamiloArt

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