Este blog nació hace algunos años y es uno de los frutos de la amistad de Felipe y Camilo, dos amigos que, gracias a sus guitarras rojas, se encontraron para darle vida a Alessandro, un chico que tiene un poquito de Felipe y otro poquito de Camilo. Viajes, porros, música, ficción, poesía y yagé, protagonizan este espacio.



domingo, 26 de julio de 2015

GATA (SI FUERA UNA)



Si yo fuera una gata seria exitosa. Sería una de esas gatas serias y ejecutivas que te cautivan mostrándote la duración de vida de un producto en el mercado, que dentro de su explicación usan palabras como nicho, innovación, penetración local, planeación agregada, benchmarking, joint venture y mil pedacitos de frases más que te parecen tan cautivantes, tan inteligentes, tan carismáticas. Una gata ejecutiva exitosa.

Seria una de esas gatas que hace el numero de ventas del Quarter mayor al que se hizo el  año pasado, supera el Half y hace un crecimiento porcentual de dos dígitos. El achievement siempre para arriba, todos los challenge superados y en una que otra Call con el Jefe Argentino demostraría todo el potencial que tiene.

Como una de esas gatas que se hicieron solas a punta de una buena educación y un trabajo constante durante toda su vida, una gata de esas de gimnasio de 7 a 9 de la mañana, de una dieta de 1842 calorías con desviación estándar de 74 calorías. Una gata de ropa fina y buena relación social.

Sería una de esas gatas que tiene hombres y gatos a sus pies. Que muchos la desean per ella elige a  cual de todos comerse, y si no quiere, no se acueste con ninguno. Yo sería una de esas gatas que alcanza un salario que llena de envidia a tantos hombres adinerados pero huecos. Seria una gata fina, una  gata elegante y sensual, una gata ardiente y encantadora, una gata de caminar erótico y místico.

Si yo fuera una gata me hubiera ido a estudiar a Alemania. Hubiera tenido un buen promedio en la universidad y me hubieran aceptado unos años en la universidad de Stutgart. Hubiera aprendido a hablar alemán con algún esfuerzo y hubiera obtenido un excelente puntaje de ingles en el IELTS. Hubiera realizado una practica académica en Volskwagen, en BMW o en Siemens y hubiera regresado llena de experiencia y seducción a mi patria.

Si yo fuera una gata no visitaría un bar de rock donde tocan AC/DC all night long, seguramente no estaría viviendo en un rincón del cuarto de Esteban, en una cama de arena y no estaría medio jodido por su mirada. Si fuera una gata no soñaría con gato amores imposibles. Tendría un apartamento únicamente para mi, inmenso, lujoso y bien ubicado. No saldría a las calles a beber en bares clandestinos y nunca hubiera probado el vodka barato o el Old Jazmin.

Si fuera gata, definitivamente no seria el gato gay de Esteban. Seguramente nunca lo hubiera conocido y seguramente jamás en la vida habría ocurrido que nos besáramos. Creo que la vida seria bastante vacía. Jamás hubiéramos construido un país, un himno juntos, nunca hubiera dormido tantas noches de mi vida en su cama, nunca hubiera despertado entre sus brazos, james me hubiera dicho "ey, gato marica lárgate de mi cama!".

¿Cómo puede ser la vida de una gata exitosa, gerente de finanzas, o gerente continental de producción en coca cola ? ¿cómo puede ser esa vida feliz? cómo puedo yo, ser capaz de soportar un día mas de vida sin saber que tengo la mas mínima posibilidad de que Esteban me abrace una noche en que se encuentre triste y no tenga a quien acudir?...tendría que ser muy diferente yo en mi vida para ser feliz, o por lo menos soportar esa vida.

Si fuera una gata exitosa, viviendo en un penthouse, viajando a nueva york una vez al año y a Tokio de vez en cuando, creería que todos los gatos vivirían y lucharían por ser alguien como yo. Tendría buen cuerpo y buen gusto por la ropa, buen gusto musical y caminaría fino. Visitaría París dos veces al año y haría el amor con un amante llamado Piere Freudeux.

Si fuera una gata, escribiría un cuento soñando que soy un gato, adoptado por un muchacho gay que vive con los papas en un barrio popular de una ciudad grande y ruidosa. Escribiría que en cada capítulo de mi vida me enamoro de un gato diferente, y mi vida estaría lleno de personajes extraños que me acompañan, me seducen, me enamoran, me tientan, me excitan. Si yo fuera una gata, una alta ejecutiva de ventas, igual estaría inconforme con mi vida.

Si fuera una gata con disponibilidad para mi compañía 24/7, soñaría mientras me baño ser un gato más sin nada que hacer en la vida. Ser un gato que escribe cuentos cuando siente que debe hacerlo, ser un gato inconforme. Desearía enamorarme de un amor imposible, de un amor poco posible, de un amor que de pronto es posible, de un amor que fue, de un amor que es posible. Enamorarme de muchas historias y de muchas maneras. Y luego me restregaría contra la pared y me iría a dormir.


Pero, afortunadamente, o desafortunadamente. No soy una gata. Soy un gato gay, que es también gato invisible y es también medio gato. Que sale a los bares de rock a levantar gatitos sexys y que regresa tarde por la noche, entra por la ventana y se queda mirando a Esteban mientras duerme a la luz de la luna, soy un gato muy feliz cada vez que lo veo bañado por esa luz blanca e inocente. Soy un gato que sueña dormir y despertar junto a él. soy un gato que se sueña como un gato inocente. Soy un gato que desea con toda su alma ser una buena persona, lo que quiera que eso signifique. soy un gato que me rasco la espalda contra la pared y me voy a dormir.

lunes, 20 de julio de 2015

Fermentadas fantasías

Alessandro se hace a veces el que no quiere que las cosas sean así, pero, en su más profunda honestidad, inalcanzable para cualquier otro terrícola, sabe que siempre será como quiere. Esta vez quería saborear. Siempre iba a la misma frutería, que quedaba a pocas cuadras de su casa. En el camino casi lo atropella un perro salchicha que buscaba afanado un pan por las calles, al esquivarlo siguió divisando la ensalada que lo seducía todas las mañanas, a la hora de desayunar. Al entrar a la tienda vio a doña Margarita con sus uñas llenas de tierra desgranando el maíz, ella le ordenó a su refrescante hija que atendiera el pedido del joven Alessandro. Tomates, albahaca y queso campesino para comenzar. Al recibir el cambio la invitó a un coctel de frutas nocturno. La chica cogió las llaves de su casa y prometió regresar cuando el cielo coloreara el día siguiente. Comenzaron con besos michelados, dos shots de caricias y tres fermentadas fantasías.  Ella parecía ebria de frutas y la cabeza cereza de él se dispuso a volar. En los bocados previos a deglutirse, un salpicón de realidad energizó su encuentro. Vieron por las ventanas la noche de chantilly que afuera se esparcía en el cielo, la cual les inspiró a verterse en una copa de helado gigante; ella, con su lengua cítrica, lamió el almíbar del deseo que se escurría de los labios de él. Sus sabores se mezclaron hasta derretirse por la fricción. Al bajar de la copa, en la oscuridad, lo único que brillaba, aunque mojada, era la camiseta de Alessandro, que junto a la lámpara, las sillas y los silbidos que el choque de sus cuerpos almidonados producía, en el suelo de wafer durmieron después del estruendo. Las manos de ella escurrían un rocío con sabor a durazno que él tragaba con vigor, vigor que la obligaba a toquetear la banana de su anfitrión. En la bandeja se echaron finalmente, a comerse desplayados, en una lucha de texturas, pepas, ramitas y  jugos  que emanaron manantiales tropicales. Se concentró en las uvas de ella y mamó toda la promiscuidad que sacudían en el pináculo de la intimidad; de un rugido todas las cáscaras cayeron. Alessandro al morder la canela de ella se estremeció; con la fresa húmeda recorrió cada poro de su mango abdomen: de arriba a mora, de izquierda a frambuesa. Se detuvo y bajó un poco más.

El sabor de la papaya gimió dentro su boca.


CamiloArt