2 de marzo de 2012
Alessandro 3
Creo que ya no hay vuelta atrás.
Alessandro, sentado bajo la
lluvia, siente que las goticas tocan su mano y se empieza a acordar de toda su
trayectoria y se da cuenta que en este momento ya no hay vuelta atrás.
Está indeciso: las responsabilidades o la diversión.
Mira hacia el cielo y piensa que no vale la pena sacrificar
la diversión por nada. La vida es tan corta que de nada sirve amargarse.
Despojado está de todas las prevenciones diarias y nocturnas. Se decide a
viajar, toma un avión por la noche mientras se eleva en el aire, ve las
estrellas perdidas, luminosas, titilando al borde de la ciudad… y el avión se
eleva y se eleva, mientras él también se eleva.
Toma un respiro y se acuesta en la silla, siente la textura
del cuero en su mano y se relaja. Mira de nuevo por la ventana del avión y
piensa que ya no necesita fumarse un porro, porque ya se lo fumó.
La sensación que experimentó lo lleva a cerrar los ojos, por
un segundo piensa en todas las personas que han pasado por su vida, su madre,
su padre, sus tacones, todas las máquinas que ha deseado y todas las noches
flotando en el mal.
Por unos instantes Alessandro no sabe si está volando o si
está nadando, su conexión con la naturaleza es tan profunda que siente que todo
parte de un mismo todo: la noche, el día, el agua, el aire, los pelos y el sexo
vienen del mismo lado.
De pronto lo interrumpe un muchacho que llega con una señora
y se sienta uno a cada lado de su silla, ahora él quedó en la mitad entre el
sexy muchacho y el olor a sexo recién hecho de la señora… y ambas cosas lo
excitan mucho. Piensa colocar una mano en la pierna de cada uno de ellos; la
mano izquierda en la pierna derecha del muchacho, preferiblemente cerca a la
entrepierna y la mano derecha acariciando el borde interno de la pierna
izquierda de la señora. Alessandro siente una corriente de excitación que corre
por su cuerpo.
Sigue con los ojos cerrados y ve la expresión del rostro de
la señora y del sexy muchacho, baja la cremallera de él y coge el borde de la falda
de ella, ambos, señora y joven gimen en silencio, como cuando rezas y no
quieres ser escuchado… con la misma intensidad y el mismo silencio.
Alessandro empieza a escuchar las voces que lo rodean,
siente que hablan de él, pero ese sentimiento es confuso, así que prefiere no
poner atención y sigue adentrándose a la entrepierna de sus compañeros de vuelo…
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